CURIOSIDADES
Reyes Magos: al parecer no eran tres, ¿qué pasó con el cuarto?
La verdadera historia de Gaspar, Melchor, Baltasar y ¿Arbatán?. Nuevas conclusiones de una tradición religiosa que sigue viva, a pesar de los siglos

Varias son las historias que intrigan al mundo, pero si hablamos de festejos masivos y de religión, una de las que más se encuentra presente entre las “llamativas”, además de la ya contada en estas páginas sobre Papá Noel o Santa Klaus, es la de los míticos Reyes Magos. Aquella historia de la estrella que los guía al lugar exacto, la visita que realizaron en Herodes, y finalmente su llegada a Belén de Judea, donde sabían que había nacido el llamado Salvador por el cristianismo es una gran incógnita para muchos historiadores y científicos.
Historia de la tradición
Cuenta la tradición que desde entonces los tres Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, pasan con sus camellos cada 5 de enero por la noche, para que el 6 del primer mes del nuevo año los niños reciban sus regalitos que han sido repartidos por estos tres personajes, cartita mediante.
Esta festividad de los Reyes Magos es comúnmente llamada “Epifanía”, palabra que en griego significa “manifestación”, en el sentido de que Dios se revela y se da a conocer. Esta festividad se celebra el 6 de enero en muchas partes del mundo. Cuenta así el Nuevo Testamento este episodio:
“Al entrar en la casa, (los reyes magos) encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra”, dice San Mateo (2,1-18) en el pasaje que se refiere a los tres magos.
San Mateo es el único evangelista que habla de los magos en la Biblia; explica que fueron de “Oriente”, una zona que para los judíos eran los territorios de Arabia, Persia o Caldea. Por otro lado, que sean llamados “magos” no significa que practicaran rituales de magia, sino que los habitantes de esos reinos de Oriente llamaban “magos” a los doctores.
En la lengua persa “Mago” significaba “sacerdote” y, los magos (“magoi” en griego) eran una casta de sacerdotes persas o babilonios. Estos sacerdotes no se regían, como sí los Judíos, por el Antiguo Testamento, en especial en las profecías que indicaban que iba a nacer el Salvador.
Si se sabe que estos sacerdotes o médicos estudiaban las estrellas y su deseo era conocer a Dios o a su emisario. En cuanto a los nombres de los magos, no aparecen en la Biblia, pero la tradición les ha dado ciertos nombres. En un manuscrito de París a fines del siglo 7 se los nombra como Bitisarea, Melchor y Gataspa, pero en el siglo 9 se empezó a propagar que eran Gaspar, Melchor y Baltazar.
Estudio de los escritos
A pesar de que todo pareciera estar resuelto con su significado, varios historiadores decidieron estudiar su significado y proveniencia, llegando así a novedosas conclusiones. Una de estas es que cambian la mirada tradicional de la que la mayoría que ya está acostumbrada, e indica que los conocidos como Melchor, Gaspar y Baltasar tenían un cuarto compañero llamado Arbatán.
En cuanto a esta teoría sobre la posibilidad de que en realidad los reyes magos fueran cuatro, fue desarrollada por el astrónomo Mark Kidger, del Centro Europeo de Astronomía Espacial, quien indica que Arbatán se perdió en el camino y jamás llegó a Belén. Según resaltó Kidger en su investigación, la desorientación del cuarto rey mago tiene sentido cósmico e histórico, ya que una semana antes a la llegada de los otros tres, la luna estuvo en conjunción con la estrella que Arbatán seguía como referencia, disminuyendo su brillo.
Luz de la famosa estrella
La historia de los Reyes Magos se encuentra directamente ligada a lo astrológico porque su guía, según cuenta la historia tradicional, era una estrella. La naturaleza de la luz estelar que los guio, también suscitó diversas historias, así como la cantidad de magos. Entre las varias creencias y conclusiones a las que llegaron algunos investigadores, es que aquella luz no se haya tratado de una estrella, sino que fue en verdad un OVNI el encargado de encaminar a los magos al lugar de destino.
En este sentido, el ufólogo Reinaldo Ríos comentó sobre esta teoría que en ciertos textos de los evangelios apócrifos se desprende esta conclusión de presencia extraterrestre: “Al llegar, al lugar de la gruta, se pararon, y he aquí que esta estaba sombreada por una nube luminosa.
De repente, la nube empezó a retirarse de la gruta y brilló dentro una luz tan grande que nuestros ojos no podían resistirla”, es lo que se lee en el protoevangelio de Santiago, y que para Ríos coincide con lo que entre los estudiosos de la ufología u ovnilogía se conoce como Sendra, que en realidad es un túnel desde una nave extraterrestre desconocida.
Por otra parte, a la hora de armar el pesebre, y que se encuentre la presencia de ángeles, implica para el investigador la presencia inequívoca de extraterrestres en la escena del nacimiento de Jesús, “volando” a su alrededor.
Una de las teorías que más moviliza a las personas que no son escépticas a los fenómenos paranormales, y aquellas que piensan que la historia religiosa pudo ser modificada o retocada en el camino, avalan que la estrella de Belén en realidad fue una nave espacial que sirvió a modo de guía para los Reyes.
A pesar de que sean varias, no del todo coincidentes, y al pasar los años se descubren más escritos que pueden hacer que dichas historias se modifiquen, es poco probable que en pocos años un relato que lleva instalada en la mayoría de los hogares por parte de la religión sea modificada.
La historia que la mayoría de las personas escucha desde pequeño es la que seguirá instalada en la humanidad, hasta que se demuestre lo contrario. Algo que no cambiará la mirada de la ciencia, que apunta a otra cosa… Y muy ¡Felices Fiestas!.
¿Qué era realmente la estrella de Belén?
Varias son las posibilidades de lo que podría ser realmente la estrella de Belén, y el brillo tan radiante. El planeta Venus, conjunciones, un cometa, una novaà ¿Qué fue lo que sucedió?. Venus, tras el Sol y la Luna, es el tercer cuerpo del Sistema Solar más brillante visto desde la Tierra. Es sorprendentemente llamativo y, en determinadas épocas, es visible al Oeste tras la puesta de Sol, como sucede estos días.
Pero este planeta lleva observándose en detalle desde hace 4.000 años conociéndose sus ciclos, y, por lo tanto, es descartable la idea de que ejerciera de estrella de Belén.
Del cometa más famoso, el Halley, se conocen con gran exactitud los momentos en los que podía observarse desde la Tierra. Simulando por ordenador los momentos en los que el cuerpo cometario fue visible y, comparando con tablas chinas de la época, el instante más cercano nos lleva al año 12 a. C., por lo tanto, también queda al margen de la hipótesis.
Por aquella época, se dieron varias conjunciones de planetas, pero, tal vez, la más significativa es la que sucedió a finales de abril y principios de mayo del año 5 a. C., donde los planetas Júpiter, Venus y Saturno quedaron alineados y equidistantes en la constelación de Piscis, pudiendo interpretarse como una señal.
También hay que tener en cuenta a los astrónomos chinos, los más avanzados de aquella época. De acuerdo a los grabados que realizaron, una brillante luz apareció en el cielo en lo que hoy podemos interpretar como una nova entre las constelaciones del águila y capricornio el día 31 de marzo del año 5 a. C., mostrando en el dibujo su posición en el cielo.
Un meteoro extremadamente brillante partiendo del Este y viajando hacia el Oeste, también pudo ser el objeto que, según la leyenda, marcó el camino a los Reyes Magos desde Oriente hasta Belén.
Ni eran magos
El libro “La infancia de Jesús”, del Papa Emérito Benedicto XVI, dice que, según los textos del evangelista Mateo y el profeta Isaías, los “magos” procedían de Tarsis (o Tartessos), un reino que los historiadores ubican en algún punto indeterminado entre las provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla, España. Pero vamos a sumergirnos en la historia. El profesor Alfonso Di Nola, experto italiano en Historia de las Religiones señala: “Los Magos son personajes del Evangelio, aunque se mencionan exclusivamente en el segundo capítulo del Evangelio de San Mateo. No son ni tres, ni reyes.”
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