
Durante esta pandemia todos hemos tenido la oportunidad de aprender un poco más sobre virus, cómo son, cómo se comportan, cómo se transmiten.
Además del omnipresente Sars-Cov-2, también han salido a colación otros virus y algo que hemos aprendido del VIH es su alta capacidad de mutación y adaptación a los antivirales.
Algunas de las críticas que los científicos han recibido en los últimos meses es que no supieron prever y anticipar los efectos que el coronavirus iba a desplegar en todo el mundo, sin embargo, en el caso del virus del SIDA no podemos decir que no hayan avisado.
En los últimos años se han publicado numerosos estudios científicos alertando que el virus que causa la enfermedad del SIDA se está volviendo más y más resistente a nuestros tratamientos.
En 2019, se publicó un trabajo que abarcaba doce países, mayoritariamente en Centroamérica y África, cuyos resultados apuntaban ya a que más del 10% de los pacientes que recibían tratamiento contra el VIH mostraban virus resistentes a los fármacos.
La propia Organización Mundial de la Salud tan vilipendiada con el coronavirus, lleva avisando desde hace tiempo que el crecimiento de la resistencia del virus del SIDA a los tratamientos que tenemos es exponencial.
Afortunadamente contamos con diferentes tratamientos y antivirales que mantenían al VIH a raya. La combinación de estos antivirales parecía suficiente… hasta ahora.